RECUERDOS DE LA VISITA AD LIMINA

Todavía recuerdo con emoción intensa los momentos más significativos de la reciente visita ad limina que he realizado en compañía de los obispos de las provincias eclesiásticas barcinonense y tarraconense, que sin duda es la primera que realiza un obispo de Terrassa. Como ya sabéis, ha tenido lugar entre los días 21 de febrero y 1 de marzo. Se inició con una celebración de la Eucaristía en la Basílica de San Pedro del Vaticano, delante del sepulcro del Apóstol, y concluyó el día 1 de marzo, también con una Misa, en la capilla Clementina, la más cercana al sepulcro del Apóstol. Igualmente peregrinamos a las otras basílicas mayores romanas – San Pablo extramuros, Santa Maria la Mayor y San Juan de Letrán.

La visita ad limina es ante todo una peregrinación de los obispos a Roma. El actual Código de Derecho Canónico (cf. cánones 399 y 400) la define y concreta, pero fue el Papa Sixto V quien, en 1585, institucionalizó y dispuso de modo más sistemático el modo de llevarla a cabo. Los obispos residenciales deben visitar las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo, encontrarse con el Sucesor de Pedro y presentar un informe o relación de sus respectivas diócesis cada cinco años, aproximadamente.

En esencia, su significado es visibilizar la unidad y la comunión de los sucesores de los Apóstoles con el sucesor de San Pedro y, en consecuencia, de las Iglesias locales con la Iglesia primada de Roma. También los obispos han de visitar los diferentes dicasterios y organismos de la Curia Romana. Estos encuentros sirven para un intercambio fraterno de dones. Nosotros aportamos las realidades de nuestras Iglesias locales y ellos nos dan una visión universal, más de conjunto, desde las experiencias de todas las Iglesias locales que allí se hacen presentes. La visita a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, la celebración de la Eucaristía, la fe allí profesada, expresan la comunión con la Iglesia apostólica, el encuentro con las dos columnas de la Iglesia naciente que en Roma confesaron su fe y dieron la vida.

La visita ad limina es ocasión privilegiada para expresar y vivir la comunión eclesial, la colegialidad episcopal y la relación de caridad fraterna con el Santo Padre y también entre los Pastores. Tiene un significado claro para mí como obispo y para nuestra nueva diócesis. Constituye una ocasión privilegiada para profundizar y crecer en la conciencia de sucesor de los Apóstoles y a la vez para fortalecer la comunión con el sucesor de Pedro, el Santo Padre. Nuestra joven diócesis ha consolidado, por medio de su obispo, los vínculos de comunión y de fidelidad con la Iglesia de Roma y con todas las Iglesias particulares.

Momento culminante y entrañable fue la audiencia personal con el Santo padre Juan Pablo II la mañana del lunes 21 de febrero. Fue un momento en que le pude explicar la vida de la diócesis desde su nacimiento, sus características, los habitantes, las parroquias, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, laicos y laicas, la pastoral juvenil, los seminaristas, las primeras ordenaciones, las comunidades de vida contemplativa, etc. Momento para explicarle los primeros pasos, los subrayados pastorales, las ilusiones, los problemas, los proyectos, las esperanzas. Él, atentamente, me escuchaba, y de vez en cuando hacia alguna pregunta sobre aspectos pastorales. Al final, hubo un momento lleno de intensidad y de ternura al solicitar su plegaria por nosotros y también una bendición muy especial para todos los diocesanos de nuestra diócesis de Terrassa. Que esta plegaria y bendición nos ayude a continuar el camino.

+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa