En este domingo sexto de Pascua celebramos la “Pascua del enfermo”, una jornada especialmente dedicada a los miembros dolientes de la comunidad cristiana. San Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo que se celebra cada año en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, el día 11 de febrero. Entre nosotros esta jornada se complementa con la que celebramos hoy.
Este año tiene como lema “Salud y sabiduría del corazón” y el cartel reproduce la imagen de un niño que lleva una gran caja de cartón en la que se ha dibujado un corazón y la advertencia que dice “frágil”, lo cual es todo un aviso: todos, en realidad, somos frágiles, y la salud y la enfermedad se entrelazan en nuestras vidas, en la biografía de cada uno de nosotros.
El cartel lleva estas dos inscripciones: “Salud y sabiduría del corazón” y “otra mirada es posible con un corazón nuevo”. Estas dos expresiones nos sitúan en una perspectiva claramente cristiana que nos remite no sólo a la inteligencia sino también al corazón. Si el cerebro es la sede de la inteligencia, el corazón lo es de la sabiduría. Ante la enfermedad, todos los recursos de la ciencia son necesarios, pero asumir la enfermedad ya es una tarea distinta y superior que requiere la luz de la fe y la sabiduría del corazón.
Ser cristiano es sobre todo creer, esperar y amar a Jesucristo. Ser cristiano es un estilo de vida, el compromiso de ser sensibles a las necesidades de los demás, de ejercer la compasión en la vida cotidiana. El cristiano, se ha escrito, prefiere encender una luz, por modesta que sea, que clamar contra las tinieblas. Por eso el cristiano, sin sentirse salvador del mundo, trabaja en unión con Cristo en el ámbito en que se mueve a favor de la justicia, la paz, la bondad y la comprensión entre las personas.
Seguir a Jesús es un compromiso de vida que, a veces, nos exige sacrificarnos por el bien de los demás. Por esto, la comunidad cristiana, si tiene una verdadera sabiduría del corazón, si sus miembros tienen aquel corazón nuevo que Cristo crea en nosotros por medio de su Espíritu Santo, no puede en modo alguno olvidar a los enfermos, a sus miembros sufrientes.
En esta Jornada mi pensamiento se dirige a las personas que en las parroquias están al servicio de los enfermos. Va también dirigido a los profesionales de la sanidad, a los médicos, a los cuidadores, a los enfermeros… ¡Cuántas veces las personas enfermas tienen palabras de elogio a causa de la humanidad y del cuidado que reciben de los profesionales de la salud! Es para mí una gran satisfacción poderlo expresar en esta comunicación, porque lo recojo de labios de muchos enfermos en mi ministerio episcopal, sobre todo con motivo de la visita pastoral a las parroquias y a instituciones de salud.
Termino citando un fragmento de una plegaria que se ha editado para la ocasión. Dice así: “Señor, en mi vida me pregunto muchas veces cómo actuarías Tú. Te veo al lado de los enfermos, cómo les ayudas y cómo afrontas Tú el sufrimiento. Dame tu Espíritu, Señor, dame un corazón misericordioso como el tuyo. Llénalo de esperanza cuando estoy enfermo o cuando me acerco a aquellos que lo están”.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa