La clase de religión es un tema de actualidad, con no pocos ribetes polémicos, porque sobre esta cuestión existen opiniones muy dispares. Como miembro de la Comisión Episcopal de Enseñanza y como obispo encargado de este ámbito pastoral en Cataluña quisiera decir una palabra sobre esta cuestión. Pero no voy a argumentar desde la Declaración universal de los derechos humanos, ni desde la Constitución española, ni desde los Acuerdos Iglesia y Estado, sino que deseo plantearla desde un punto de vista más testimonial. Deseo hablar no sólo a la mente sino sobre todo al corazón de padres, profesores y personas que tienen responsabilidad en el campo de la formación integral de las generaciones del futuro.
Deseo hacerlo con un texto histórico. En 1919 el diario socialista de París L'Humanité publicó una carta dirigida por un padre socialista a su hijo. Trataba de la enseñanza de la religión y fue escrita con tan buen sentido y con tanta honradez, que la creo digna de que sea conocida también en la actualidad. El padre socialista era Jean Jaurès, jefe del partido en 1893 y fundador del diario L'Humanité. La carta comienza así:
"Querido hijo, me pides un justificativo que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificativo, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás.
"No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre, pero tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión".
También en aquellos comienzos del siglo XX este tema era polémico. Pero Jean Jaurès siente ante todo su responsabilidad educativa como padre. Y por eso sigue escribiendo esto a su hijo: "Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?".
En la parte central de la carta a su hijo, Jaurès desarrolla un tema que ha sido citado repetidamente estos últimos años, desde una preocupación sobre todo cultural. Le será a su hijo imposible interpretar las obras maestras del arte si no conoce "el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen". Lo mismo le ocurrirá con las obras literarias de los grandes maestros "que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones". Idéntica afirmación hace de las doctrinas del derecho, de la filosofía y de la moral. Y añade: "Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampère era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado la fe de un bretón... ¿Querrás tu condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios?"
Espero continuar en un próximo artículo con el texto restante de la carta y con algunas reflexiones mías.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
Deseo hacerlo con un texto histórico. En 1919 el diario socialista de París L'Humanité publicó una carta dirigida por un padre socialista a su hijo. Trataba de la enseñanza de la religión y fue escrita con tan buen sentido y con tanta honradez, que la creo digna de que sea conocida también en la actualidad. El padre socialista era Jean Jaurès, jefe del partido en 1893 y fundador del diario L'Humanité. La carta comienza así:
"Querido hijo, me pides un justificativo que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificativo, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás.
"No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre, pero tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión".
También en aquellos comienzos del siglo XX este tema era polémico. Pero Jean Jaurès siente ante todo su responsabilidad educativa como padre. Y por eso sigue escribiendo esto a su hijo: "Dejemos a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?".
En la parte central de la carta a su hijo, Jaurès desarrolla un tema que ha sido citado repetidamente estos últimos años, desde una preocupación sobre todo cultural. Le será a su hijo imposible interpretar las obras maestras del arte si no conoce "el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen". Lo mismo le ocurrirá con las obras literarias de los grandes maestros "que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones". Idéntica afirmación hace de las doctrinas del derecho, de la filosofía y de la moral. Y añade: "Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampère era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado la fe de un bretón... ¿Querrás tu condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios?"
Espero continuar en un próximo artículo con el texto restante de la carta y con algunas reflexiones mías.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa