SOBRE LA CLASE DE RELIGIÓN ( 2)

Me referí en mi escrito del pasado domingo a la clase de religión y recogí una parte de la carta que Jean Jaurès, jefe del Partido Socialista francés en 1893, escribió a su hijo, que le pedía una carta justificativa para eximirse de estudiar la religión cristiana. Completo hoy el tema con una cita algo extensa de la misma carta, en su parte final. Creo que se trata de un testimonio que merece una especial atención. La preocupación de Jaurès -no lo olvidemos- es básicamente educativa.

Y le dice esto a su hijo: "Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización, y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras".

"Ya que hablo de educación: para ser un joven bien educado, ¿es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple savoir vivre, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas."

"Querido hijo. Convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla... Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario."

He citado ampliamente esta carta, porque me parece un testimonio esclarecedor e incluso conmovedor. Ya dije el domingo pasado que no quería hacer un alegato de argumentos dirigidos a la cabeza, sino sobre todo un llamamiento dirigido al corazón o al buen sentido, si lo prefieren.

¿Qué conclusiones podemos deducir de este testimonio? Ante todo, la importancia de la religión para la educación de niños y jóvenes. Después, la necesidad de las ideas religiosas para una auténtica formación integral de la persona. Finalmente, la absoluta necesidad del conocimiento de las religiones para formar personas realmente integradas en la cultura en que han nacido y en la que han de desarrollar su vida.

Añadiría aún que, en estos tiempos de globalización y de pluralismo religioso, con el encuentro de las grandes religiones en nuestra convivencia diaria, es imprescindible un conocimiento del cristianismo y de las grandes religiones del mundo. Me he quedado en una justificación de la necesidad de los conocimientos religiosos desde un ámbito sobre todo cultural y educativo. Cabe hacer consideraciones más estrictamente religiosas, pero he pensado que plantearlo en este ámbito es más expresivo para los padres y madres, los cuales siempre desean el mayor bien para sus hijos. Jaurès lo confesaba al término de la carta a su hijo: "Te sorprenderá esta carta, pero es preciso, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación."

>b> + Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa