Testigos de Cristo, hoy

 Desde un punto de vista humano, la Jornada Mundial de la Juventud que se clausuró en Sydney el pasado domingo, ofrece una oportunidad para que se encuentren, reflexionen y recen juntos jóvenes de los más diversos países de todos los continentes. Sin duda este hecho encierra un gran valor para la paz. Es una gran bendición de Dios, en esta hora del mundo, el deseo de paz presente en los espíritus y de manera muy especial entre los jóvenes.

 La Jornada constituye también, para la comunidad humana y católica que la acoge, una gran oportunidad para practicar la hospitalidad. Lo dijo Benedicto XVI al llegar a Colonia para presidir los actos de la XX Jornada Mundial de la Juventud, celebrada allí el mes de agosto de 2005: “Es una cosa muy bella que, con motivo de la Jornada, se ofrezca una hospitalidad generosa y apropiada a los miles de jóvenes llegados desde todos los continentes. De esta manera, la virtud casi evanescente de la hospitalidad, que se sitúa entre las virtudes más antiguas del hombre, revive de nuevo y pueden encontrarse personas de las más diversas condiciones.”

 Pero todas las jornadas, y ésta especialmente, tienen su razón de ser en la vivencia y el testimonio de la fe. El lema escogido por el Papa para esta XXI Jornada Mundial de la Juventud es esta frase del libro de los Hechos de los Apóstoles: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos” (1, 8).

 En la actividad pastoral con los jóvenes, el testimonio tiene una función muy importante, realmente insustituible. Es sabido que el joven escucha más al testigo que al sabio. Por eso quienes trabajan en la pastoral juvenil han de vivir la experiencia de la fe de una manera adulta, en profundidad, han de ser sobre todo testigos de Jesucristo resucitado.

 Dar testimonio de la fe es una responsabilidad de todo bautizado, sea niño, joven o adulto. El testimonio es también una responsabilidad de toda la Iglesia, como comunidad de bautizados. Un testimonio de palabra y de vida, sobre todo con hechos, pero también con las palabras. Los testimonios mediante la vida y mediante la palabra se reclaman entre sí, se completan y se explicitan mutuamente. Uno y otro han de darse con sencillez, naturalidad y coherencia. El testimonio de vida confirma y da credibilidad al testimonio de la palabra. Y el testimonio de la palabra aporta luz y fuerza al testimonio de vida.

 En la Jornada Mundial de la Juventud se realiza algo que es una exigencia de toda pastoral con jóvenes: que sean los mismos jóvenes cristianos quienes den testimonio de su fe en Cristo a otros jóvenes y les manifiesten con su manera de ser y de vivir la alegría y la belleza de la vida.

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa