El reciente Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana que se ha celebrado en Roma el pasado mes de octubre, señalaba tres líneas pastorales para la Iglesia. La primera se refiere a una adecuada preparación y pedagogía de los sacramentos de la iniciación cristiana.
En este comentario deseo referirme a la segunda línea señalada por el Papa. “La Iglesia –dijo textualmente- tiene la tarea de evangelizar, de anunciar el Mensaje de salvación a los hombres que aún no conocen a Jesucristo”. Y explicó que en el transcurso de las reflexiones sinodales –que el Papa siguió cada día con mucha atención, pues era para él como una oportunidad para auscultar la salud de la Iglesia en todos los continentes- se subrayó también que existen muchos lugares en África, Asia y Oceanía donde los habitantes, muchas veces sin ser plenamente conscientes de ello, esperan con gran expectativa el primer anuncio del Evangelio. “Por tanto –subrayó el Papa-, es necesario rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero, cuyos protagonistas son de modo especial los agentes pastorales y los fieles laicos”.
Obviamente, la llamada misión ad gentes, es la actividad que corresponde a la predicación del Evangelio y la implantación de la Iglesia en tierras de misión. He escogido para este comentario la fiesta de la Epifanía o la manifestación del Señor porque esta es una fiesta muy misional. Los tres Reyes llegados desde lejanas tierras para ver al Señor pueden muy bien personificar todos cuantos esperan el anuncio de Jesús, presintiendo que el Salvador es el sí de Dios Padre en el Espíritu a todas las esperanzas y expectativas de la humanidad. Resulta también muy significativo que la Iglesia, en este día de Reyes, celebre una de las jornadas misionales del año cristiano: el Día del Catequista Nativo. Es decir, de aquellos laicos que, en tierras de misión son unos valiosos colaboradores de los sacerdotes y de los diáconos en la predicación y en la educación de la fe.
Pero se ha dicho asaímismo con toda razón que todo el mundo es hoy tierra de misión. También nuestros países de antigua evangelización y de secular tradición católica. Benedicto XVI, en la homilía de la misa de clausura hizo esta afirmación: “la globalización ha causado un notable desplazamiento de poblaciones; por tanto, el primer anuncio se impone también en los países de antigua evangelización. Todos los hombres tienen el derecho de conocer a Jesucristo y su Evangelio; y a esto corresponde el deber de los cristianos, de todos los cristianos –sacerdotes, religiosos y laicos- de anunciar la Buena Noticia”.
He mencionado antes la petición del Papa que nos invita a rezar al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia un renovado dinamismo misionero. Creo que este es uno de los puntos cruciales del Año de la Fe que estamos celebrando. Nada es más necesario ni más urgente que pedir al Espíritu Santo que abra los corazones de muchos hombres y mujeres de hoy a la Palabra del Evangelio y a la vivencia de la fe. Nos va en ello la fecundidad de este Año que nos ha propuesto el Santo Padre.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa