Nos disponemos a comenzar el cuarto curso en la breve historia de nuestra diócesis. Durante estos tres primeros años hemos ido configurando los organismos y los servicios que necesita una comunidad diocesana. En las visitas pastorales a las parroquias, comunidades, movimientos y a diferentes realidades eclesiales, he podido constatar la alegría, el dinamismo, los problemas y sufrimientos, las esperanzas de una diócesis que comienza su camino. Han sido unos años de gracia, en los cuales el Señor nos ha bendecido con frutos abundantes.
En continuidad con este trabajo, este curso pastoral estará marcado por la publicación y por el comienzo de la aplicación del primer Plan Pastoral de nuestra diócesis. Este Plan Pastoral lo hemos preparado con la colaboración de todos. Se trata de un instrumento al servicio de la evangelización, que comporta una programación de la acción pastoral. Todos sabemos que, a fin de no caer en la improvisación ni en la rutina, conviene pararse a reflexionar y a poner por escrito los objetivos y las acciones que han dar fisonomía y coherencia a todas las tareas pastorales.
El Plan Pastoral quiere ser una llamada a contemplar con gratitud el pasado, a vivir con intensidad el presente y a abrirnos con confianza al futuro. Todas nuestras parroquias, comunidades religiosas, movimientos… están llamadas a esta actitud de esperanza, de evangelización, desde la vivencia de la comunión y la misión compartidas.
La acción pastoral es la actualización que la Iglesia lleva cabo de la acción salvadora de Jesucristo. Esta tarea comporta diversas funciones, denominadas acciones pastorales o acciones eclesiales, es decir, ministerios de la Iglesia en diferentes ámbitos de realización.
La trilogía profetismo, sacerdocio y realeza ha dado lugar al triple ministerio de la palabra, los sacramentos y la atención pastoral. Estos ministerios han sido denominados asimismo funciones pastorales: la profética o de anuncio de la Palabra, la litúrgica o de celebración del culto y la caritativa o del servicio de la comunidad.
El Concilio Vaticano II expresa en múltiples ocasiones esta división tripartita. Las acciones eclesiales se anuncian de esta manera: el ministerio profético, que incluye la función de magisterio, es un servicio a la Palabra en todos sus niveles: evangelización, catequesis, homilía y teología; el ministerio litúrgico, que incluye la función de orden sacerdotal, es la celebración de los misterios cristianos en diversos aspectos: eucaristía, sacramentos, plegaria y, en definitiva, el conjunto de la celebración de los misterios cristianos; y el ministerio hodegético, que incluye la función de jurisdicción, es el servicio cristiano en la organización y la dirección eclesial y la promoción integral, como servicio cristiano al mundo.
En nuestro Plan Pastoral hemos recogido esta distribución y hemos explicitado un cuarto aspecto o dimensión, que sería el de la comunión y la coordinación diocesana.
Desde el ministerio episcopal que me ha sido encomendado, deseo exhortaros a que cada uno viva sus carismas, su vocación, su misión y que juntos, cada cual desde su función, construyamos la diócesis que el mundo y la Iglesia de hoy necesitan. Una diócesis evangelizada y evangelizadora. Confío la aplicación de nuestro Plan Pastoral a todos los diocesanos, con total confianza en Cristo resucitado, presente en su Iglesia; con plena confianza también en el Espíritu Santo, que es nuestra fuerza, y en Santa María, la Madre y la Maestra, que es la estrella que guía nuestra misión. En este mundo de hoy, tan saturado de imágenes y de palabras, lo que más necesitamos son los hechos coherentes con el Evangelio. Que Dios os ayude a hacerlo realidad.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa