El primer domingo de julio celebramos en la Iglesia la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. En la primera semana de julio acostumbra a producirse un incremento importante de circulación en las carreteras debido al inicio de las vacaciones para buena parte de los ciudadanos. Se trata de un periodo de descanso que permite entre otras cosas una intensificación de la relación familiar, el intercambio con personas de lugares variados y, asimismo, ampliar los conocimientos culturales, históricos y geográficos.
El lema de este año dice: "Conduce con cortesía en la carretera y en la vida".
Este lema, que suena a pareado, contiene dos palabras en las que me gustaría detenerme: conducción y cortesía. Conducir viene del latín conducere, de cum –con- y ducere -llevar. De entre los diferentes significados que nos ofrece el diccionario, seleccionamos dos: uno que tiene sentido directamente aplicable a la carretera -"guiar un vehículo automóvil"- y otro que se refiere a las actitudes con las que se procede en la vida: "manejarse, portarse, comportarse, proceder de esta o la otra manera, bien o mal". Por otra parte, la cortesía es mostrar con obras y palabras la atención, respecto o afecto que se tiene a los demás. Cortesía en la vida y cómo no, en la carretera.
En la carretera tienen lugar relaciones humanas fugaces y complejas. Relaciones instantáneas compuestas por descargas de tensiones, ejercicios de impaciencia, y desinhibiciones múltiples, por citar algunos ingredientes. En el lado positivo podemos a su vez encontrar gestos de simpatía, caballerosidad y solidaridad. Todo ello convierte la carretera en un ámbito peculiar de relaciones personales donde se puede ver lo mejor y lo peor de la condición humana. En pocos ámbitos de la vida los errores, imprudencias y negligencias llegan a tener una repercusión tan grave para uno mismo y para los prójimos que nos rodean.
En la carretera, en la conducción de vehículos, en el respeto a las normas del tráfico es particularmente importante el ejercicio de la corresponsabilidad porque está en juego la vida propia y la de los demás. Los progresos de la técnica llevan a vehículos cada vez más seguros pero también cada vez más rápidos, por lo que el riesgo está siempre presente. Por eso el componente principal de la seguridad está en la mente de las personas, en el sentido común que han de ejercitar para disfrutar de las posibilidades que ofrecen los vehículos evitando riesgos innecesarios que hacen peligrar la integridad física e incluso la vida.
Hoy recordamos y encomendamos especialmente a los profesionales del volante, que colaboran con su trabajo en el bienestar general. Hoy hacemos también una llamada a todos los conductores para que ejerzan la cortesía en la carretera y en la vida. Se trata simplemente de hacer presentes algunos pequeños detalles en la conducción: mirar al otro con afecto, con simpatía y con respeto. Tratar al otro como nos gusta ser tratados por él. Al preparar la maleta o la mochila para las vacaciones, o al coger la cartera para ir al trabajo, no nos olvidemos de hacer acopio de autocontrol, de paciencia y de buen humor. Es incalculable lo que esos tres elementos nos pueden ayudar en el tránsito a lo largo de la carretera y de la vida.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
El lema de este año dice: "Conduce con cortesía en la carretera y en la vida".
Este lema, que suena a pareado, contiene dos palabras en las que me gustaría detenerme: conducción y cortesía. Conducir viene del latín conducere, de cum –con- y ducere -llevar. De entre los diferentes significados que nos ofrece el diccionario, seleccionamos dos: uno que tiene sentido directamente aplicable a la carretera -"guiar un vehículo automóvil"- y otro que se refiere a las actitudes con las que se procede en la vida: "manejarse, portarse, comportarse, proceder de esta o la otra manera, bien o mal". Por otra parte, la cortesía es mostrar con obras y palabras la atención, respecto o afecto que se tiene a los demás. Cortesía en la vida y cómo no, en la carretera.
En la carretera tienen lugar relaciones humanas fugaces y complejas. Relaciones instantáneas compuestas por descargas de tensiones, ejercicios de impaciencia, y desinhibiciones múltiples, por citar algunos ingredientes. En el lado positivo podemos a su vez encontrar gestos de simpatía, caballerosidad y solidaridad. Todo ello convierte la carretera en un ámbito peculiar de relaciones personales donde se puede ver lo mejor y lo peor de la condición humana. En pocos ámbitos de la vida los errores, imprudencias y negligencias llegan a tener una repercusión tan grave para uno mismo y para los prójimos que nos rodean.
En la carretera, en la conducción de vehículos, en el respeto a las normas del tráfico es particularmente importante el ejercicio de la corresponsabilidad porque está en juego la vida propia y la de los demás. Los progresos de la técnica llevan a vehículos cada vez más seguros pero también cada vez más rápidos, por lo que el riesgo está siempre presente. Por eso el componente principal de la seguridad está en la mente de las personas, en el sentido común que han de ejercitar para disfrutar de las posibilidades que ofrecen los vehículos evitando riesgos innecesarios que hacen peligrar la integridad física e incluso la vida.
Hoy recordamos y encomendamos especialmente a los profesionales del volante, que colaboran con su trabajo en el bienestar general. Hoy hacemos también una llamada a todos los conductores para que ejerzan la cortesía en la carretera y en la vida. Se trata simplemente de hacer presentes algunos pequeños detalles en la conducción: mirar al otro con afecto, con simpatía y con respeto. Tratar al otro como nos gusta ser tratados por él. Al preparar la maleta o la mochila para las vacaciones, o al coger la cartera para ir al trabajo, no nos olvidemos de hacer acopio de autocontrol, de paciencia y de buen humor. Es incalculable lo que esos tres elementos nos pueden ayudar en el tránsito a lo largo de la carretera y de la vida.
+ Josep Àngel Saiz Meneses, Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa