Valentía en dar testimonio de Cristo

Estas notas sobre la propuesta de la fe cristiana a los jóvenes llegan hoy a su final. Por lo menos de momento. Y esta última reflexión versa sobre la valentía en proponerles la fe en Cristo. Esto es posible porque hemos de ser muy conscientes –y muy claros en decirlo- que no nos predicamos a nosotros mismos, sino que predicamos a Cristo. No pedimos a los jóvenes que crean en nosotros, sino que crean en Cristo.

            En el libro de los Hechos de los Apóstoles –una crónica de las primeras comunidades cristianas- se describe que Pedro, Juan y los demás apóstoles “predicaban la Palabra de Dios con valentía” (Ac 4, 31). Y lo mismo se dirá después de Pablo. Tras su conversión, “Pablo llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo. Entonces Bernabé lo tomó y lo presentó a los apóstoles y les contó cómo había visto al Señor en el camino y que le había hablado y cómo había predicado con valentía en Damasco en el nombre de Jesús. Y andaba con ellos en Jerusalén predicando valientemente en el nombre del Señor.” (Ac 9, 26-28)    

            La palabra griega que se usa es parresia, que se traduce como predicando valientemente. El significado de esa palabra se refiere sobre todo a la libertad al hablar, con valentía y sin ambigüedades. Esta es una característica esencial en la misión evangelizadora que nos ayuda a comprender la misión de la Iglesia y de cada cristiano: hablar con valentía, con libertad y sin miedo.

            Este concepto –y esta actitud- tiene una importancia particular en la pastoral de la juventud. La persona que tiene parresia es la persona audaz en su relación con las personas y con su medio ambiente a la hora de expresarse con valentía y libertad de espíritu, siempre al servicio de la verdad, no de sus intereses propios o de su prestigio personal. Hay que ser muy libre, pobre y humilde para alcanzar la libertad y pisar la propia vanidad personal.

            En el caso que nos ocupa, hemos de pedir en la oración los dones de la humildad, la valentía y la lucidez para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los jóvenes –en los cuales también está presente y habla el Espíritu Santo- y para interpretar con ellos la realidad a la luz de la fe.

            De esta valentía nos dio ejemplo el Papa Juan Pablo II, por ejemplo, en aquellas palabras con las que abrió su largo pontificado: “No tengáis miedo: abrid las puertas a Cristo”. O con aquellas otras: “Jóvenes, vosotros sois mi esperanza, vosotros sois la esperanza de la Iglesia”.

            También son un ejemplo de esta valentía estas palabras de Benedicto XVI dirigidas precisamente a los jóvenes: “Aquel que deja entrar a Cristo en su vida, no pierde nada, nada, absolutamente nada, de todo lo que hace la vida libre, bella y grande. Sólo en esta amistad con Cristo se revelan realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Estad profundamente convencidos de esto: Cristo no os quita nada de todo lo que hay de grande y de bello en vosotros, sino que lo lleva todo a su perfección para la gloria de Dios, para la felicidad de los hombres, para la salvación del mundo.”

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa