Durante el verano he tenido ocasión de leer un libro que me regalaron con ocasión de mi onomástica. Es un libro bastante voluminoso, pues se acerca a las mil páginas. Se titula Psicología, y es un manual de esta materia que ya va por la séptima edición en castellano, signo de la aceptación de esta obra de David G. Myers. Quien lo puso en mis manos sin duda pensó que me resultaría interesante y también instructivo para ponerme al día en cuestiones relativas a la psicología, una de las materias de mis estudios universitarios.
Desde luego, me ha interesado todo cuanto he leído. Pero me ha interesado particularmente el tema del aprendizaje (páginas 309-341). Según el autor del libro, "no hay un tema más cercano al núcleo de la psicología que el aprendizaje, un cambio casi permanente en el comportamiento de un organismo debido a la experiencia". Y he leído recientemente que un estudio llega a la conclusión de que el cerebro humano está en condiciones de aprender durante toda la vida.
El aprendizaje se forma mediante el pensamiento y el lenguaje, mediante las motivaciones y las emociones, mediante la personalidad y las actitudes. La posibilidad de aprender en todos estos ámbitos es motivo de esperanza para nosotros. Según el autor, "se puede enseñar todo lo que se puede aprender". Este es un hecho que ha de animar a padres y madres, a profesores, a catequistas, a monitores, a todos los educadores en general, en el momento de comenzar un nuevo curso.
Deseo hacer llegar a todos una palabra de ánimo ante el reto de un nuevo curso. La tarea educativa nunca ha sido fácil, pero en la actualidad es particularmente difícil. De ello son testigos especialmente los padres y madres de familia, así como quienes se dedican a la educación y a la instrucción de manera profesional. No es una casualidad que muchos de ellos acusen síntomas de cansancio, de desaliento, de actitudes depresivas ante las dificultades de su tarea.
Un nuevo curso constituye un nuevo reto. Lo es el nuevo curso escolar. Lo es también el nuevo curso pastoral para las parroquias, los movimientos, las instituciones cristianas de formación académica y de formación cristiana en general. El nuevo curso pastoral es un reto para los profesores de religión, para los catequistas de nuestras parroquias, para los equipos de Cáritas, de celebraciones litúrgicas y sacramentales, etc.
El aprendizaje se ha de convertir en una actitud para toda la vida de enseñantes y enseñados. En cualquier orden. El aprendizaje puede servir para modificar -en mejor- todo cuanto se había aprendido antes. En este sentido, el aprendizaje enlaza con el reciclaje o con la llamada formación permanente.
Comencemos el curso suficientemente motivados. Y llenos de esperanza. Esperanza en Dios, sobre todo. Para los creyentes, este es un punto fundamental. No podemos comenzar el nuevo curso sintiéndonos derrotados de antemano, desgraciados, fracasados, incapaces de cambiar, de mejorar, de convertirnos, de amar y servir mejor, para decirlo en un lenguaje explícitamente cristiano. No podemos comenzar el nuevo curso sintiéndonos derrotados de antemano en nuestra tarea de colaborar en la formación de los demás. Al contrario, hemos de depositar expectativas grandes en los demás, especialmente en los niños y jóvenes. Por tanto, esperanza en Dios y esperanza también en las personas concretas. Esperanza en nuestra capacidad de aprender, de aceptar y asumir los cambios necesarios que nos dictan la experiencia y las exigencias y las mismas dificultades de nuestras respectivas tareas.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa