Vivir el presente y construir el futuro
El libro de los Hechos de los Apóstoles narra como el día de Pentecostés, después de haber recibido el Espíritu Santo, Pedro se puso en pie junto con los demás apóstoles y anunció que Jesús el Nazareno, a quien habían crucificado, Dios lo había resucitado y constituido salvación para todos. Al oír este mensaje, dice el texto: «se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: ¿Qué tenemos que hacer, hermanos? Pedro les contestó: Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús... Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas. Y perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Hch 2, 37-42).
El día de Pentecostés se constituye la primera comunidad. A partir de entonces todas las comunidades cristianas son dinamizadas por el Espíritu Santo, que va moldeando en cada discípulo y en la comunidad las mismas actitudes que vivió el Maestro. La comunidad comparte en primer lugar la fe, es constante en la enseñanza de los Apóstoles, persevera en la oración y en la celebración. Los discípulos son constantes en la fracción del pan, hacen de la Eucaristía el centro de la vida personal y comunitaria y viven la fraternidad en torno al Señor resucitado hasta al punto de poner en común los bienes materiales para que no haya pobres entre ellos (cf. Hch 2, 42).
La misión de la Iglesia continúa y desarrolla a lo largo de la historia la misión misma de Cristo. Esta misión se realiza mediante la predicación de la palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio a la comunidad. Han pasado ya 20 siglos desde aquella irrupción del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y la Iglesia continua desarrollando esta misión en muchos países del mundo, a través de las diócesis, parroquias, institutos religiosos, movimientos, escuelas, misiones e instituciones diversas. En nuestra diócesis de Terrassa podemos decir que se anuncia la Palabra de Dios y se cuida la formación a través de las 121 parroquias con sus actividades con niños, jóvenes y adultos, los 137 centros educativos, el Seminario diocesano con 25 seminaristas en este curso, etc. También la diócesis cuenta con 18 misioneros que se dedican en otros países a anunciar el Evangelio.
En segundo lugar, se celebra la Fe por medio de los sacramentos. Casi 3.000 niños han recibido el bautismo, más de 2.000 la Primera comunión, cerca de 900 adolescentes y jóvenes han recibido la confirmación y han contraído matrimonio más de 500 parejas, sin contar la celebración diaria de la Eucaristía en parroquias y comunidades, así como también el sacramento de la reconciliación o la unción de los enfermos, y la ordenación este año de un sacerdote y un diácono. Por último, se vive el servicio a la comunidad a través de las obras solidarias. Tanto desde Cáritas, presente en todas las parroquias, como desde otras instituciones, se dispone de 143 centros asistenciales en los que han sido atendidas más de 42.000 personas gracias a más de 1.500 voluntarios y los trabajadores profesionales. Las personas mayores son también atendidas en los centros hospitalarios, en residencias y en sus domicilios particulares.
Toda esta tarea es expresión de la misión de la Iglesia en el territorio del Vallés Oriental y Occidental, gracias a la dedicación de 126 sacerdotes, 17 diáconos, más de 400 religiosos, 3 monasterios y un número incontable de laicas y laicos dedicados y comprometidos en esta misión apasionante. A todos ellos mi gratitud como pastor diocesano por su trabajo. Una dedicación para la cual necesitamos la colaboración y la ayuda económica de todos, ya que todos somos necesarios para vivir el presente y para construir el futuro.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa