VIVIR LAS VACACIONES CON LOS HIJOS

Hace dos semanas, hablé en esta carta semanal de algunos casos de abandono de ancianos que se producen al inicio de las vacaciones. Aquel escrito se podría resumir en esta expresión: saber vivir las vacaciones con nuestros mayores, sobre todo con nuestros padres y nuestros abuelos. Hoy quisiera referirme a otra actitud profundamente humana y llena de sabiduría psicológica y educativa: saber vivir el tiempo de vacaciones con los hijos. Los padres y madres, que viven a veces una vida muy estresada, sin duda necesitan un tiempo de vacaciones.

Ya comprendo que hay padres y madres que no pueden tener vacaciones, por las causas que sean, que hay padres y madres que pueden tener una necesidad psicológica de estar solos unos días, que hay padres y madres a los que se les hace muy difícil tener a los niños todo el día en casa cuando han acabado las clases y las actividades extraescolares. También puede ser conveniente llevar a los niños a campamentos, colonias o actividades parecidas, porque necesitan un proceso de socialización, de trato con personas de su edad, lo que complementa y enriquece su vida en la familia. Esto sin duda ayudará a hacer realidad el lema que la Fundació Pere Tarrés ha escogido para la campaña de este año: "Vacaciones para crecer". Sin duda, unas colonias bien organizadas ayudan a los niños y jóvenes a crecer en todos los sentidos. Y desde este escrito deseo rendir un homenaje y agradecer el esfuerzo de las parroquias, los colegios y movimientos juveniles para organizar actividades de verano. Con un especial recuerdo a los numerosos monitores y monitoras voluntarios –son cerca de cuatro mil en nuestras diócesis- que hacen posibles esas actividades. También ésta es una realidad de nuestros jóvenes, de la que se habla poco.

La oferta es amplísima: colonias, campamentos, escuelas de verano, granjas-escuela, ludotecas, deporte urbano, clases de idiomas y deportivas, etc. Todas esas opciones son válidas bien empleadas, y algunas de ellas son imprescindibles para las familias, sobre todo aquellos días o semanas en que las vacaciones escolares no coinciden con las vacaciones de los padres. Las diversas administraciones suelen fomentar iniciativas en este sentido, y las diócesis aportamos las nuestras, abiertas a todos los que lo solicitan, con espíritu de colaboración al bien común.

Pero también es conveniente que los hijos puedan vivir unas "vacaciones para crecer" con sus padres y madres, y con toda la familia. En este sentido, las vacaciones deberían ser una ocasión para disfrutar más de la familia y para disfrutar de tiempo libre con la familia. Cuántas veces durante el curso, los padres y madres, absorbidos por el horario de trabajo y otros compromisos, encuentran a faltar momentos para dedicar a los seres queridos. El tiempo de vacaciones debería ser recordado como un tiempo compartido en familia y que deja un recuerdo positivo y duradero. Hay que evitar a toda costa que los niños y jóvenes  pasen el tiempo de vacaciones pegados al televisor o a la videoconsola.

Se puede dialogar, leer un buen libro, hacer deporte juntos, alguna visita cultural, una buena película de cine, contacto con la naturaleza, etc. Aprovechar las posibilidades que ofrecen las actividades de verano para que el niño se socialice, aprenda a relacionarse, a convivir, a compartir. Sin embargo, para los padres y madres que puedan hacerlo, creo que es bueno que tengan conciencia de que lo más importante, durante las vacaciones, será compartir el tiempo, estar con los hijos, gastar el tiempo, perder un tiempo que en realidad será el tiempo mejor ganado. Dialogar con ellos, escucharlos todo lo que no se les puede escuchar durante el curso, compartir todo lo que no se puede compartir durante el curso. Compartir juegos, tiempo, palabras para conocerse mejor, para expresar los sentimientos. La familia es el marco idóneo para aprender a compartir, a colaborar, a dialogar, para  ejercitar la tolerancia, para aprender a corregir errores…

"Hemos de ser conscientes de que tratar con los hijos es un tira y afloja eterno, así que jamás hay que tirar la toalla", decía días atrás, en una entrevista, una experta en temas conflictivos entre padres e hijos. Es muy cierto: nunca hay que tirar la toalla. Tampoco durante el tiempo de vacaciones.

+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa



+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa