Con el comienzo de agosto se inicia el tiempo fuerte de las vacaciones. Ante todo, deseo tener un recuerdo especial por las muchas personas de la diócesis que sé que no podrán hacer vacaciones, porque la situación provocada por la crisis económica por la que pasamos se lo impide. Para no pocas personas, mucho es ya, en la actual situación, poder llegar a fin de mes y cumplir con la educación de los hijos y con su alimentación.
También deseo tener muy presente el problema del paro en los jóvenes. Recientemente el Papa Francisco se ha referido a este grave problema que en nuestro país afectaría al 50 por ciento de los jóvenes y en zonas concretas, incluso alcanzaría el 60 por ciento. ¿Qué podemos hacer entre todos para evitar que los jóvenes se sientan como una “generación perdida”? O, mejor dicho, como una “generación descartada”, no aprovechada. Esta situación es muy grave y he visto que ha expresado su grave preocupación incluso la Canciller alemana Angela Merkel. No le falta razón. Creo que los políticos, los empresarios y los sindicatos deberían sentarse a la mesa para encontrar salidas a este grave problema.
Precisamente en esta situación de crisis, se ha valorado de manera muy positiva el papel de la familia como soporte ante dicha emergencia. Por eso, deseo recomendar que se aproveche el tiempo de vacaciones, tanto si éstas se viven fuera del hogar habitual, como si se permanece en él, para consolidar los vínculos matrimoniales y familiares.
Con motivo de cumplirse los 50 años del primer viaje de un Papa a Tierra Santa, el que realizó Pablo VI el año 1964, durante la celebración del Concilio Vaticano II, he repasado lo que el pontífice dijo en la misa que celebró en Nazaret, lugar de la larga etapa de la llamada “vida oculta” del Señor.
El 5 de enero de 1964 dijo esto el Papa Montini en Nazaret: “La casa de Nazaret es una escuela en la que se comienza a conocer la vida de Cristo. Aquí se aprende la manera de vivir en familia. Que Nazaret nos enseñe qué es la familia, qué es su comunión de amor, qué es la disciplina del trabajo, qué es el silencio, qué es la oración en familia”.
En una de estas cartas dominicales aproveché para hablar de las colonias de verano como una propuesta formativa para los hijos. Muchas parroquias y otras instituciones civiles las promueven también. Mi deseo es que muchos niños y niñas puedan beneficiarse de ellas. Y agradezco los esfuerzos que se hacen desde nuestras parroquias en este sentido.
Pero hoy lo que quiero es invitar a las familias para que aprovechen el periodo de vacaciones para convivir, para descansar juntos, para rezar, para la lectura y para visitar espacios y edificios religiosos. Que sean muchos los niños y niñas que vivan unas vacaciones que les acerquen a la naturaleza, que les acerquen a Dios, que les permitan convivir con más serenidad que durante el curso con sus padres y sus hermanos.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa