
En este domingo, el más próximo a la festividad de San José, que celebrábamos ayer sábado, se celebra en nuestras diócesis el Día del Seminario. Este año tiene como lema “El sacerdote, don de Dios para el mundo”. Este lema nos recuerda la reciente celebración del Año Sacerdotal, promulgado para toda la Iglesia por el Papa Benedicto XVI, que tiene como uno de los propósitos de su pontificado impulsar las vocaciones sacerdotales y religiosas y pedir a todo el Pueblo de Dios que dé el debido valor al ministerio sacerdotal.
Además de la celebración del Año Sacerdotal, hay dos hechos en la actividad del Papa que evidencian esta preocupación suya por las vocaciones sacerdotales. El primer hecho es la “Carta a los seminaristas” –publicada el 18 de octubre de 2010- en la que les ofrece unos puntos básicos para su formación como sacerdotes del futuro y les anima a seguir fielmente su vocación con estas significativas palabras: “Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores hoy, mañana y siempre”.
El segundo hecho que revela la estima y la preocupación del Papa por los sacerdotes de hoy y del futuro es que, dentro del intenso programa que desarrollará el Papa, en el próximo mes de agosto en Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, ha previsto un tiempo dedicado a los seminaristas: el sábado 20 de agosto por la mañana celebrará una misa para los aspirantes al sacerdocio ministerial en la catedral de la Almudena.
Puedo deciros, queridos diocesanos, que vuestro obispo y el obispo auxiliar, monseñor Salvador Cristau, que tiene confiada la formación de nuestros futuros sacerdotes diocesanos como rector del Seminario de Valldoreix, procuramos sentir vivamente y secundar en nuestra actuación estos deseos del Santo Padre. Por eso, en este Día del Seminario, os pedimos que recéis para que el Señor siga otorgando a algunos de nuestros jóvenes cristianos el don de la vocación al sacerdocio ministerial. Rezad por nuestro Seminario diocesano y por cuantos colaboran en él para la debida formación humana, espiritual, intelectual y pastoral de los candidatos al sacerdocio. Se dice que el Seminario es el corazón de una diócesis. En mis contactos con muchos seminarios del país, cumpliendo lo que mis hermanos obispos me han confiado, siempre tengo en mi mente y en mi corazón a nuestro querido Seminario diocesano y a las vocaciones, gracias a Dios numerosas, que en él se preparan. Os pido que nos ayudéis con vuestra plegaria por las vocaciones y, si podéis, con vuestra ayuda económica en la colecta que hoy se hace en los centros de culto para nuestro Seminario.
Como sabéis, Juan Pablo II será beatificado el próximo día primero de mayo. El lema del Día del Seminario de este año ha traído a mi memoria el libro que quiso ofrecer a toda la Iglesia en el quincuagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, en sus bodas de oro como sacerdote. Lo titula así: “Don y misterio”, y todo él es un bello testimonio de cómo la vocación sacerdotal marcó toda su vida. Lo abría con estas palabras: “¿Cuál es la historia de mi vocación sacerdotal? La conoce sobre todo, Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre”. Y pedía algo que todos hemos de tener muy presente: “cuando hablamos del sacerdocio y damos testimonio del mismo, debemos hacerlo con gran humildad, conscientes de que Dios ‘nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia’ (cf. 2 Tim 1,9)”.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa