
El filósofo francés Jacques Maritain publicó el año 1966 un libro titulado “El campesino del Garona”, que no siendo una de sus obras más importantes, suscitó mucho interés e incluso algo de polémica, porque analizaba las grandes conquistas del Vaticano II pero también algunos signos de distorsión. El famoso intelectual y filósofo, amigo de Pablo VI, pedía a muchos cristianos que dejaran de “arrodillarse ante el mundo”, porque el mundo tiene por objetivo la eficacia y el éxito mientras que la Iglesia busca ante todo la verdad y el bien. Pedía sobre todo sensatez, reflexión y, en una palabra, recuperar una actitud contemplativa ante las realidades del mundo.
He recordado este hecho al disponerme a escribir sobre la Jornada “Pro Orantibus”, es decir el día dedicado a las personas que consagran su existencia a la vida contemplativa en los monasterios. Con su vida de silencio, trabajo y plegaria, tanto de adoración y de glorificación de Dios, como de súplica por las necesidades de sus hermanos y hermanas del mundo, son un recuerdo constante de la importancia y de la actualidad de la contemplación.
Contemplar es mirar atentamente y con admiración. Las personas de hoy, tan apresuradas y agobiadas por muchos problemas, tenemos una urgente necesidad de recuperar esta actitud, incluso como actitud humana. Los poetas son maestros en la actitud de contemplar la realidad y la misma naturaleza y expresar en bellas palabras sus sentimientos. Los padres viven con naturalidad la contemplación del nacer y crecer de sus hijos, admirados de haber sido colaboradores de Dios en tal cometido. Los creyentes se saben llamados a vivir en la inagotable admiración por la belleza y la santidad de Dios.
Durante nuestra peregrinación terrena, la actitud contemplativa es la capacidad de comprender, admirar y saborear las cosas de Dios y sus huellas en la creación. Desde la teología, la contemplación es la mirada dirigida a Dios, a su Hijo Jesucristo, a la Palabra de Dios consignada en la Biblia. Es una mirada que procede de la fe, la esperanza y el amor –sin la gracia de Dios esta contemplación cristiana no sería posible- y tiende fervientemente al amor. Un paradigma de la contemplación cristiana es la famosa “contemplación para alcanzar amor”, que san Ignacio de Loyola propone en la cuarta semana de sus Ejercicios espirituales.
Este año la jornada dedicada a los monjes y monjas de nuestros monasterios tiene un lema muy propio y adecuado a lo que es su vida. Es una cita del salmo 34,6: “Levantad los ojos hacia Dios y seréis radiantes”. Es un llamamiento a mirar todas las cosas desde la visión y la sabiduría de la fe; una invitación a dar a Dios la primacía que merece; a pedir que podamos tener parte de esa sabiduría. Y el lema secundario alude al presente al decir que “la contemplación es la luz de la Nueva Evangelización”.
Según Santo Tomás de Aquino, la vida apostólica es esencialmente una vida contemplativa, a la que se añade la comunicación a los otros de lo que se ha contemplado. Por eso todo cristiano está llamado a ser un contemplativo y el Concilio Vaticano II lo recomienda especialmente a los sacerdotes, porque están llamados a transmitir a los demás aquello que han contemplado (Cf. Presbyterorum Ordinis , 13).
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa