
Al partir de Roma para su reciente viaje a Turquía, el Papa, hablando a los periodistas que lo acompañaban en el viaje, les dijo estas palabras: "Todos sabemos que el objetivo de este viaje es el diálogo, la fraternidad, el compromiso en favor de la comprensión entre las culturas, el encuentro entre las culturas y las religiones para la reconciliación. Todos sentimos la misma responsabilidad en este momento difícil de la historia y colaboramos a estos propósitos". Son unas palabras que, dichas al comienzo de un viaje muy difícil, eran todo un programa. Un programa que se ha podido cumplir, gracias a Dios. Y esto ha sido una buena noticia para la Iglesia católica y para el mundo. Buena necesidad tenemos de noticias así.
Estas palabras de Benedicto XVI pueden ser también un propósito y un programa para todos durante la actual Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra cada año del 18 al 25 de enero. La ciudad y diócesis de Terrassa la celebran con especial intensidad, porque tienen una arraigada tradición ecuménica y de diálogo fraterno entre las diversas confesiones cristianas. Esta tradición, recientemente, se ha extendido también a las otras religiones, cuya presencia entre nosotros ha aumentado por el fenómeno de la inmigración.
Cada año se preparan unos textos para la Semana de Oración por la Unidad. Esta vez el texto escogido es la reacción del pueblo ante el milagro obrado por Jesús en la región pagana de Tiro y Sidón, fuera de las fronteras de Galilea, en tierra de paganos. Jesús curó a un sordomudo, del que dice el Evangelio que "se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua, y hablaba correctamente. Las gentes se maravillaban sobremanera y decían: 'Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos'." (Mc 7, 37).
Estas últimas palabras son las que constituyen el lema de este año. Lema muy actual, pues constituyen una apología de la comunicación. Jesús introduce de nuevo en la comunidad humana a una persona que se hallaba separada de ella por una deficiencia comunicativa.
Me parece que este lema tiene también aplicación a nuestras relaciones intercristianas e interreligiosas. Hemos de comunicarnos mejor. Sin ser esclavos del pasado. Colaborando en todo lo que pueda ser una empresa noble al servicio de las personas, para reducir sus sufrimientos, sus disminuciones y sus marginaciones.
En la introducción a los textos para la actual Semana de Oración por la Unidad se dice que, a partir del lema escogido, hay dos invitaciones dirigidas a las iglesias y a los cristianos: por una parte, rezar por la unidad de los cristianos y buscarla, porque -como dijo el Papa en Estambul, ante el patriarca ecuménico, Bartolomé I- "la división de los cristianos es un escándalo que el mundo actual no puede comprender"; y, por otra parte, unir fuerzas para responder a los sufrimientos de la humanidad. Dos invitaciones íntimamente conexas. La segunda es también una invitación dirigida a los creyentes de todas las religiones que confiesan un Dios clemente y misericordioso y propugnan una actitud de compasión ante los sufrimientos humanos.
Este año han colaborado en la preparación de los textos de la Semana las iglesias cristianas de Umlazi, un suburbio de la ciudad de Durban (Sudáfrica), que se vieron en la necesidad de trabajar juntas para superar el racismo, el paro, la pobreza y sobre todo el sida. Si somos activamente solidarios con los sufrimientos y las necesidades de las personas, Dios nos abrirá caminos de paz y de fraternidad entre los creyentes y entre todos los hombres y las mujeres de buena voluntad.
+Josep Àngel Saiz
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa