El silencio y la comunicación

En la solemnidad de la Ascensión, en la que celebramos la entrada de Jesucristo en la gloria del cielo, su entronización a la derecha del Padre como nuestro redentor y abogado –“el primero entre muchos hermanos” (Rom 8,29)-, la Iglesia también celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, jornada que, por deseo del Papa, este año tiene como lema: “Silencio y Palabra: camino de evangelización”.

 

Me parece muy bello y además muy oportuno. Por dos razones especialmente. Por una parte, porque sintoniza con la preocupación mayor de la Iglesia en este momento: cómo comunicar, cómo transmitir la fe a todos, pero en especial a los niños, adolescentes y jóvenes. Se ha dicho por parte de numerosos expertos, que existe una ruptura en los mecanismos de la transmisión, tanto de los valores humanos como de los contenidos de la fe. Por ello, la Iglesia se pregunta en esta hora –y lo hará especialmente en el próximo Sínodo de los obispos del mes de octubre- cómo ha de realizar la transmisión de la persona de Jesús y su Evangelio a las nuevas generaciones y a las personas que o bien no han conocido la fe cristiana todavía, o bien, habiéndola conocido, se han alejado de ella.

 

Por otra parte, el lema al que me he referido introduce una realidad muy humana, pero quizá poco valorada actualmente en la sociedad e incluso en las comunidades y en los ambientes cristianos actuales: el silencio. A quienes conozcan el pensamiento teológico de Benedicto XVI no les sorprenderá la propuesta de este valor verdaderamente humano: el silencio y su papel en el proceso humano de la comunicación.

 

Dicen los expertos en comunicación y los sociólogos que en la sociedad actual estamos muy informados –saturados de mensajes y de noticias-, pero muy poco comunicados. Evidentemente, no es lo mismo informar que comunicar. Informar puede ser un envío de mensajes de forma unilateral; comunicar, en cambio, siempre requiere alguna forma de respuesta; siempre se da –si es verdadera comunicación- en una doble dirección: entre quien envía el mensaje y quien lo recibe.

 

La verdadera comunicación es un proceso delicado, siempre expuesto a un fracaso. Por ello, es sabia esta afirmación del Papa en el mensaje que ha hecho público con motivo de la Jornada de hoy: “El silencio es parte integrante de la comunicación”. “Silencio y comunicación –añade el papa- son dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas. Cuando palabra y silencio se excluyen mutuamente, la comunicación se deteriora, ya sea porque provoca un cierto aturdimiento o porque, por el contrario, crea un clima de frialdad; sin embargo, cuando se integran recíprocamente, la comunicación adquiere valor y significado”.

 

En lo humano, creo que actualmente estamos saturados de palabras, de sonidos y de imágenes. Así es nuestra civilización. Pero tenemos que tomar alguna distancia respecto a esta galaxia de mensajes para poder centrarnos en nosotros mismos y no caer en una dispersión que en el fondo nos despersonaliza y acaba con la necesaria capacidad de recepción crítica de los mensajes que nos llegan cada día. Por ello, el papa aboga por una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos. La oferta crece; el silencio es esencial para discernir lo que es importante de lo que no lo es. Y ello es sobre todo una responsabilidad personal.

 

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa