Enemigos - 20/02/2022 -

Enemigos (20/02/22)

 

El Evangelio de este domingo séptimo del Tiempo Ordinario que celebramos hoy, plantea uno de los temas más difíciles de entender para nosotros y más aún de asimilar. La prueba es que pasados ​​veinte siglos desde que Jesús pronunció las palabras que nos dice en el Evangelio de hoy, la historia demuestra que hemos vivido siempre en continuas luchas, enfrentamientos y discordias entre los hombres, y desgraciadamente debemos decir que también entre los cristianos.

 

Y es que parece que haya páginas en el Evangelio que nos resultan maravillosas, pero hay otras que, como no nos gustan o no las entendemos, pasamos página y nos quedamos sólo con lo que coincide con el nuestro parecer o que resulta más agradable escuchar.

 

Porque lo que Jesús dice hoy en el Evangelio de san Lucas es esto: «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Si alguien te pega en una mejilla, párale también la otra, y si quiere tomarte el manto, no le niegues el vestido. Da a todo el que te pide, y no reclames nada al que te quita lo que es tuyo. Tratad a los demás tal como queréis que ellos os traten» (Lc 6,27-31).

 

¡Qué difíciles resultan estas palabras y qué poco las pensamos y meditamos! Y eso no significa que el Evangelio vaya en contra de la lógica humana, sino que Jesús, Dios, va siempre más allá, más lejos que nuestra pobre manera de pensar, y que los pensamientos de los hombres no son los suyos: «Mis pensamientos no son los vuestros, y vuestros caminos no son los míos... Lo digo yo, el Señor» (Is 55,8).

 

Escuchando estas palabras de Jesús, lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos: ¿Tengo yo algún enemigo?, ¿qué es para mí un enemigo?

Y después, ¿soy capaz de hacer esto que el Señor me dice?: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio: entonces será mayor vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo que es bueno con los desagradecidos y con los malos», y también: «sed misericordiosos como lo es vuestro Padre» (Lc 6,35-36).

 

Puede ser que tengamos que reconocer con realismo, que es lo mismo que decir con humildad, que no somos capaces de hacer lo que Jesús dice que hagamos, y deberemos pedirle que nos conceda la gracia que necesitamos para poder llegar a vivirlo. De otra forma nos quedaría un examen muy importante que pasar a nuestras vidas como verdaderos cristianos. «Él es bueno con los desagradecidos y con los malos. Sed misericordiosos como lo es vuestro Padre» (Lc 6,35-36). ¿Y nosotros?

 

+ Salvador Cristau i Coll

Obispo de Terrassa

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