LA IGLESIA EN MEDIO DEL MUNDO

La semana pasada comentábamos la Constitución Lumen Gentium, que nos presenta el misterio de la Iglesia, y subrayábamos la eclesiología de comunión como la gran aportación doctrinal del Concilio Vaticano II, de cuya clausura se cumplirán pronto los 40 años. Hoy destacaremos otra joya conciliar: la constitución pastoral Gaudium et Spes (GS), que plantea la cuestión de la presencia de la Iglesia en medio del mundo. Consta de dos partes que engloban una serie de contenidos sorprendentemente actuales cuarenta años después. La primera es una exposición de la doctrina católica sobre la dignidad de la persona, la comunidad humana, el trabajo y la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. En la segunda parte se enuncian los principios que deben regir algunas cuestiones más concretas y urgentes en aquel momento: la dignidad del matrimonio y de la familia, la cultura, la vida económica y social, la comunidad política y la promoción de la paz.

Se trata de un documento bastante novedoso por su planteamiento, por la temática y estructura, por la amplitud de los destinatarios, que es toda la humanidad, y por la concreción de los problemas tratados y de las realidades que se iluminan. La constitución pastoral GS nos presenta una visión positiva del mundo que tiene ante sí (cf. n. 2), que está constituido por toda la familia humana con el conjunto de realidades entre las que ésta vive; el mundo con sus afanes, con sus éxitos y fracasos. El mundo, creado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo para que se transforme según la voluntad de Dios y llegue a su plenitud.

Es igualmente positiva la visión del hombre, subrayando que el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio de Cristo. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre y mujer, de todo lugar, de toda época. El hombre cristiano, por la fuerza del Espíritu, está capacitado para cumplir la ley del amor, para vivir configurado con Cristo y asociado al misterio pascual. Esto es así para todo cristiano y vale también para toda persona de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia, porque Cristo murió por todos (cf. n. 22).

La autonomía de las realidades temporales anteriormente se consideraba con no poco recelo. El Concilio, en el número 36 de la GS, reconoce la legítima autonomía de las realidades temporales. Las realidades creadas y la sociedad tienen leyes propias, impresas por Dios y que el hombre debe respetar, sin que tenga que temerse una oposición entre la ciencia y la fe, ya que las realidades profanas y las de la fe tienen un origen común en Dios. Esta autonomía no significa que las cosas no dependan de Dios y que el hombre pueda usarlas sin referirlas a Dios, pues la criatura no se sostiene sin el Creador.
No puedo mencionar todos los temas de un documento tan extenso y rico. Me he limitado a espigar tres de sus aspectos más importantes. Termino con una exhortación en la línea de lo que el mismo documento nos recuerda en su conclusión -que dirige a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. En primer lugar, la búsqueda de un diálogo sincero entre todos. Diálogo intraeclesial, ecuménico, interreligioso y también diálogo con los no creyentes. Un diálogo desde la fraternidad y que nos lleva a colaborar en la construcción de la paz. En segundo lugar, trabajar para edificar un mundo de justicia, de amor, de paz, de verdad, con una actitud de servicio y ordenándolo todo a Dios, que en definitiva es principio y fin de todo. He de confesar que, cuarenta años después, la constitución pastoral Gaudium et Spes rezuma actualidad por los cuatro costados. Parece un documento de reciente redacción, porque afronta problemas como el diálogo interreligioso o la construcción de la paz -por citar sólo dos-, que en la actualidad requieren soluciones serias y de futuro. No sé si los padres conciliares llegaron a imaginar una vigencia tan dilatada en un documento de perfil pastoral. Que sea para todos nosotros una fuente de inspiración en la tarea que el presente nos demanda.

+Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

+ Josep Àngel Saiz Meneses

Obispo de Terrassa