Las sombras de un mundo cerrado (08/08/21)
El papa Francisco, en el primer capítulo de esta Carta Encíclica empieza hablando de las sombras de nuestro mundo. Unas sombras que todos constatamos y conocemos bien porque las experimentamos en nosotros mismos y en el ambiente que nos rodea, y también en nuestras comunidades y grupos cristianos…
El objetivo del Papa en toda la carta es proponer caminos de solución para los problemas de nuestro mundo, luces que nos ayuden a construir un mundo más habitable, una convivencia más pacífica y gozosa. Y por ello nos ofrece la luz del Evangelio y el camino de una auténtica y verdadera fraternidad humana.
Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración. Por ejemplo, avanzó el sueño de una Europa unida, capaz de reconocer raíces comunes y de alegrarse con la diversidad que la habita. Recordemos “la firme convicción de los Padres fundadores de la Unión Europea, los cuales deseaban un futuro basado en la capacidad de trabajar juntos para superar las divisiones, favoreciendo la paz y la comunión entre todos los pueblos del continente”. También tomo fuerza el anhelo de una integración latinoamericana y comenzaron a darse algunos pasos. En otros países y regiones hubo intentos de pacificación y acercamientos que lograron frutos y otros que parecían promisorios (10).
Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo un supuesta defensa de los intereses nacionales. Lo que nos recuerda que “cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, l justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos”.
“La sociedad cada vez más globalizada nos hace más próximos, pero no más hermanos”. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia” (n.11).
El Papa se refiere a las dificultades en la integración entre los pueblos y la persistencia de conflictos anacrónicos así como a la masificación y globalización que no siempre ayudan a vivir la fraternidad.
Estos son aspectos que reflejan lo que está sucediendo en muchos lugares del mundo, y también en el nuestro y que son motivo de reflexión.
+ Salvador Cristau i Coll
Administrador Diocesano