Los regalos del Señor (09/01/22)
En estos días, los niños de nuestras familias disfrutan de los regalos que les han traído los Magos de Oriente. ¡A quien no le gusta que le hagan regalos! Son días de encuentros familiares, de ver a personas que quizá, por la pandemia que todavía nos acompaña, hace tiempo que no veíamos. Debemos vivirlo con agradecimiento y alegría, actitudes propias del cristiano en este tiempo de Navidad.
Pero aunque no recibiéramos ningún regalo de Reyes, Dios nos ha hecho el más grande, su Hijo: «Dios ha amado tanto al mundo que le ha dado a su Hijo único para que no se pierda ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna» (Jn 3,16).
Este pasado jueves celebrábamos la solemnidad de la «Epifanía del Señor» y hoy, último domingo del tiempo de Navidad y bisagra con el tiempo durante el año que retomamos, celebramos «el Bautismo del Señor». La tradición cristiana, de modo especial en Oriente, une íntimamente tres «epifanías» o manifestaciones del Señor. La antífona del cántico de María, en las segundas Vísperas de Epifanía, nos presenta un resumen de esta triple manifestación: «Celebramos un día santificado por tres milagros: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, en la boda, el agua fue convertida en vino; hoy, Cristo, para salvarnos, quiso ser bautizado por Juan en el Jordán.»
Los evangelios de estos días nos relatan las manifestaciones de la divinidad de Jesús. El día de la Epifanía contemplamos el pasaje de los Magos de Oriente que visitan y adoran al Hijo de Dios en Belén guiados por una estrella (Mt 2,1-12). Hoy domingo, fiesta del Bautismo del Señor, leemos el texto del Evangelio en el que Jesús baja al Jordán, es bautizado por Juan, se abre el cielo, baja el Espíritu Santo en forma como de paloma y se oye una voz del cielo: «Eres mi Hijo, mi amado; en ti me he complacido» (Lc 3, 22). Finalmente, el próximo domingo leeremos el texto de las bodas de Caná en las que Jesús convierte el agua en vino: «Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él» (Jn 2,11). Descubrimos, por tanto, que en pocos días se nos presentan tres «epifanías» o manifestaciones de la gloria del Señor: la fe de los gentiles (de la que son figura los Magos o Sabios de Oriente), el bautismo en el Jordán y las bodas de Caná. Los tres pasajes nos hablan también del misterio de Jesucristo y la Iglesia, misterio de unas bodas que tienen su fuente salvífica en el sacramento del Bautismo que es la puerta de entrada a la Iglesia, Esposa de Jesucristo, siempre unida al que es su Cabeza.
Posiblemente muchos en estos días han celebrado comidas familiares y han recibido regalos materiales; nosotros debemos plantearnos qué ofrecerle al Señor. Él nos lo ha dado todo: se ha dado a Él mismo, haciéndose hombre y sufriendo la muerte en cruz para darnos entrada a la vida eterna, unidos para siempre a Él.
Os invito, en este domingo del Bautismo del Señor, a preguntarnos qué podemos ofrecerle nosotros. Tomando el ejemplo de los Magos de Oriente que regalaron al Señor oro, incienso y mirra, ¿qué aspectos de nuestra vida podemos ofrecer y dedicar al Señor? ¿Qué deberíamos apartar de nuestra rutina que nos separa del Señor? Seguro que los pasajes que hemos contemplado estos días en las celebraciones de la Navidad nos ayudarán a iluminar nuestra oración para descubrir lo qué quiere el Señor.
+ Salvador Cristau i Coll
Administrador Diocesano