Mirando al cielo - 21/05/2023 -

 

Mirando al cielo (21/05/23)

 

No es habitual hoy en día, en medio del trasiego de la vida actual, en medio de las prisas, de las distracciones o de los ruidos en que vivimos inmersos, eso de mirar al cielo, levantar los ojos hacia arriba, contemplar el cielo, especialmente para los que vivimos en las ciudades o pueblos grandes, ciertamente no es habitual.

 

Pero todos, cuando lo hacemos nos sentimos impregnados de sentimientos de admiración. Su inmensidad, su belleza, la suavidad y la variedad de tonalidades de su color azul, la variedad de las nubes que forman figuras caprichosas, nos causa admiración.

 

Mirar al cielo nos eleva el espíritu, llena nuestros deseos de inmensidad, de belleza, de paz. Y algo menos habitual hoy, a veces también nos pensar en el más allá. Más allá de lo que vemos aquí en la tierra, más allá de lo que captan nuestros sentidos. No olvidemos que Jesús nos ha enseñado a decir “Padre nuestro, que estás en el cielo” (Mt.6,9).

 

Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor. Leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles que « dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos y lo perdieron de vista. Aún estaban mirando al cielo viendo cómo se iba, cuando se presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este Jesús que ha sido llevado de entre vosotros hacia el cielo, volverá de la misma forma en que acabáis de contemplar que se ha ido al cielo» (Hch. 1,9-11). 

 

Esta fiesta de hoy nos recuerda que Jesús, el Hijo de Dios que vino al mundo hecho hombre, una vez realizada su misión, regresó un día a su Padre como Hijo de Dios y como hombre, y para llevarnos a nosotros con Él. Los apóstoles, mirando al cielo veían cómo partía; nosotros miramos mucho a la tierra, nos preocupamos por las cosas de este mundo y no pensamos mucho, ni hablamos mucho del cielo. No pensamos a menudo que aquí todo es pasajero, transitorio. Que Él, Jesús, volvió al cielo para que nosotros podamos también ir para estar con Él.

 

En el evangelio de San Juan afirma también Jesús: “En la casa de mi Padre hay sitio para todos: si no lo hubiera, ¿os podría decir que voy a prepararos estancia? Y cuando haya ido a preparárosla, volveré y os tomaré conmigo para que también vosotros viváis donde yo estoy” (Jn. 14, 2-3).

 

No nos irá mal pensar que este mundo no es nuestro destino definitivo, no nos irá mal mirar y pensar más a menudo en el cielo para relativizar nuestros problemas, las rencillas o las divisiones de aquí en la tierra. No nos irá mal recordar que Jesús ha subido al cielo para que nosotros podamos vivir allí un día con Él. Si es que queremos ir, claro está, porque, esto, depende de nosotros.

 

+ Salvador Cristau i Coll

Obispo de Terrassa

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