No podemos quedarnos sin hacer nada - 11/02/2024 -

No podemos quedarnos sin hacer nada (11/02/24)

 

Este fin de semana en nuestras parroquias e iglesias se celebra la Campaña contra el Hambre que organiza cada año, desde 1959, Manos Unidas. Se trata de una campaña de sensibilización y colaboración con proyectos concretos en países del Tercer Mundo para aportar nuestra ayuda frente al grave problema del hambre de comida, el hambre de cultura y el hambre de Dios.

 

Cada uno de los arciprestazgos de la diócesis participa en un proyecto concreto de desarrollo buscando la forma de obtener los recursos necesarios para cubrir el presupuesto: en la República Dominicana en poblaciones vulnerables, en Tanzania y en Guatemala con proyectos para la promoción de la mujer, en la India por la mejora en la condición de vida de los niños y en Madagascar por la promoción de la atención sanitaria primaria.

 

Como organización católica, Manos Unidas ayuda a la promoción y desarrollo de los países más empobrecidos del planeta. En esta labor colaboran muchos laicos católicos, la mayor parte como voluntarios que dedican tiempo y esfuerzos para ayudar en la sensibilización y el compromiso como cristianos ante las injusticias que existen en nuestro planeta, la casa común de todos.

 

El lema de la campaña de este año es significativo: El efecto del ser humano. Nos ayuda a reflexionar sobre el grave problema que plantea actualmente la situación provocada por el hombre con su actuación sobre el planeta y que está conduciendo a un cambio climático de consecuencias todavía imprevisibles.

 

El papa Francisco publicó en otoño del pasado año una nueva exhortación apostólica dedicada precisamente a este tema, con el título Laudate Deum. El Pontífice reflexiona sobre la situación actual del planeta y las perspectivas de futuro, incidiendo especialmente en la capacidad humana para ayudar a revertir esta situación. El planteamiento de fondo es la mirada de fe que tenemos como creyentes sobre la obra de la creación de Dios, tal y como aparece en el primer libro de la Biblia, el libro del Génesis.

 

Francisco nos recuerda que debemos reconocer que “la vida humana es incomprensible sin las demás criaturas, porque todos los seres del universo estamos unidos con vínculos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado , respetuoso y humilde” (Laudate Deum núm. 67). Y hace un llamamiento amplio invitando “a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos acoge, a embellecerlo con nuestras aportaciones, porque esto tiene que ver con la dignidad personal y los grandes valores” (núm. 69 ).

 

Y no podemos olvidar, como nos recuerda el Papa, que nuestra motivación más profunda es de orden espiritual, es decir, Dios ha puesto en nuestras manos la obra de su creación para que nosotros sepamos administrarla con los talentos y capacidades que ha sembrado en nuestros corazones. No somos sus propietarios, sino los viñadores de la parcela que el dueño de la viña nos ha encomendado, que es nuestro planeta. Y tampoco podemos olvidar que muchas de las situaciones de pobreza y necesidad que existen en el mundo son fruto del mal uso de la tierra y de sus frutos. Si el ser humano es la única especie capaz de cambiar el planeta, esta afirmación no es sólo una constatación negativa por los efectos que provoca su acción, sino que debemos convertirla en positiva por las posibilidades que tiene de mejora del planeta.

 

Os invito, pues, a sentirnos cada vez más responsables como hijos de Dios, y a colaborar también este año en esta campaña. Quiero agradecer una vez más la dedicación por parte de muchos, la mayoría voluntarios en estos días de la campaña de Manos Unidas, y también a lo largo de todo el año con otras propuestas y actividades encaminadas al mismo fin.

 

+ Salvador Cristau i Coll

Obispo de Terrassa

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