Sed misericordiosos como el Padre - 13/02/2022 -

Sed misericordiosos como el Padre (13/02/22)

 

No hay enfermedades sino enfermos, es una afirmación que seguramente todos hemos oído alguna vez. Quiere expresar una realidad y es que la enfermedad es lo que se encuentra en los libros de medicina, en las estadísticas y en las investigaciones científicas; y el enfermo es aquel hombre o mujer concretos que la padece, al que deben aplicarse y a menudo adaptar aquellos medicamentos y terapias que le pueden ayudar a superar la enfermedad o sino, a convivir con ella con una cierta calidad de vida, con dignidad.

 

Hace treinta años que el Papa San Juan Pablo II instituyó por primera vez una Jornada Mundial del Enfermo con el objetivo de sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a toda la sociedad sobre la necesidad de asistir a los enfermos y aquellos que lo cuidan. Este domingo celebramos dicha jornada.

 

El lema escogido para la Jornada de este año 2022 es “Sed misericordiosos como el Padre es misericordioso” (Lc. 6, 36).

 

Este mensaje nos hace girar la mirada, nos dice el Papa Francisco, hacia Dios que es rico en misericordia y que mira a sus hijos con misericordia incluso cuando se alejan de Él.

 

Pero la misericordia no es sólo un sentimiento ocasional, es fuerza  y ternura a la vez. Él vela y nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre.

 

Y su misericordia nos ha llegado sobre todo en su Hijo, hecho hombre como nosotros, que acogía a los pobres y a los enfermos, y así nos enseñaba que nosotros debemos hacer también lo mismo con nuestros hermanos enfermos.

 

Él quiere hacer llegar su misericordia a los enfermos a través de nosotros como hermanos que somos.

 

Son muchos los enfermos que en este tiempo de pandemia han sufrido,  tanto física como psicológicamente, al estar ingresados ​​en los hospitales y en las unidades de cuidados intensivos, y también por la soledad. Por eso hay que recordar y agradecer una vez más a todos los profesionales sanitarios y a los voluntarios que han dedicado mucho tiempo a los enfermos exponiendo incluso su salud y su propia vida.

 

Pero también a todos aquellos que a través de la Pastoral de la Salud han hecho presente el amor y la misericordia del Señor a los hermanos enfermos ya sea en sus domicilios o en los hospitales con la oración, los sacramentos y el apoyo espiritual, recordando que ésta no es una responsabilidad sólo de los ministros de la iglesia sino de todos los cristianos: “Venid a mí, benditos  de mi Padre, porque estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25, 36).

 

+ Salvador Cristau i Coll

Obispo de Terrassa