Señor, ¡enséñanos a orar ! - 25/02/2024 -

Señor, ¡enséñanos a orar ! (25/02/24)

 

El Papa Francisco ha querido declarar este año como "Año de la oración" y por este motivo quisiera dedicar algunas reflexiones a este tema. ¿Por qué un año de la oración? ¿Cuál es la importancia de la oración? ¿De dónde nos viene a nosotros esta necesidad? Y es que desde pequeños aprendemos a hablar, a entrar en relación con los demás, especialmente con los más cercanos. Y desde pequeños todos hemos aprendido a pedir. Pedir lo que necesitamos y también otras cosas que puede ser no necesitamos de verdad pero que nos parecen necesarias. Desde pequeños hemos aprendido a pedir con palabras mal pronunciadas, con llantos, gritos en ocasiones. 

 

Pero resulta que no hemos aprendido aún por completo a orar, no acabamos de saber orar. Puede que sea porque desde el principio hemos entrado en relación con nuestros padres, con las personas que nos aman y tenemos confianza en ellos, pero no hemos aprendido a entrar en relación con Aquel que nos ama más que nadie en este mundo, no terminamos de conocer y confiar en el Señor.

 

De ahí la gran importancia de enseñar a los niños, ya desde el primer momento, que hay alguien que les quiere más que nosotros. Enseñar a los niños, para que cuando lleguen a ser mayores no se encuentren que no saben orar. Porque orar es la expresión de nuestra relación con Dios. Hay muchas formas, muchos tipos de oración, pero para que ésta sea auténtica, en todos los casos, hay unos elementos comunes y necesarios. En todos los casos es necesaria la conciencia de quiénes somos nosotros y de quién es aquél a quien nos dirigimos. Pero, ¿conocemos de verdad aquél a quien oramos?

 

Quisiera hoy hablar de un tipo concreto de oración, de las más antiguas y arraigadas en la historia y la tradición de nuestra fe. Me refiero a los salmos. Jesús oró, rezó desde pequeño con los salmos.

 

El Libro de los Salmos es un conjunto de himnos y oraciones. También se conoce como Salterio en alusión al instrumento musical empleado para acompañar su canto. El libro forma parte del canon judío y de la Biblia cristiana. La tradición judía más antigua y la Biblia latina reconocen 150 salmos como canónicos.

 

Etimológicamente la palabra «Salmo» viene de la palabra latina «psalmus», que viene a su vez de la palabra griega «psalmoi», que significa alabanza. Los salmos se presentan como una serie de poesías y cánticos de diversas épocas y autores que con el pasar del tiempo se fueron agrupando; oraciones y súplicas dirigidas a Dios, unas llenas de confianza y alabanza, otras de petición y de angustia, de desesperación, otras de alegría y de paz, momentos de acción de gracias y de serenidad que han estado marcados por las circunstancias.

 

Sabemos por la Biblia que los salmos acompañaron a Jesús a lo largo de su vida. Los tenía presentes en su oración, así como con María y José, que los recitarían todos los días y especialmente en las peregrinaciones a Jerusalén. El evangelio nos dice que cantó salmos con los apóstoles en la última Cena: «Y cantando los himnos, salieron hacia la montaña de los Olivos» (Mt 26,30). Y en la cruz recurrió al salmo 22 expresando su dolor y abandono en manos del Padre: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» como leemos en Mt 27,46. Son la oración del Antiguo Testamento por excelencia, pero también para nosotros, como inspirados por Dios mismo para nuestra relación con Él.

 

La Iglesia sigue la tradición del pueblo de Israel y los reza y canta en la Liturgia de las Horas. Sean cuales sean los salmos con los que rezamos no olvidemos que Jesús oró con los salmos y que muchos de ellos se refieren a Él mismo, el Mesías. Y no olvidemos que siempre, toda oración, y también la de los salmos, debemos hacerla conscientes y empapados del amor de Dios, del amor que nos tiene, porque él es amor.

 

+ Salvador Cristau i Coll

Obispo de Terrassa

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