Sirviendo a los pobres (19/11/23)
Este domingo la Iglesia celebra la VII Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el papa Francisco. El lema de este año es «No apartes tu rostro del pobre», haciendo referencia al consejo que el anciano Tobías da a su hijo en el Antiguo Testamento (Tb 4,7). El texto es, en el fondo, como un testamento espiritual que Tobías, presintiendo su muerte, quiere transmitir a su hijo lo importante que hay en la vida de una persona que quiere vivir en el camino recto, fiel al Señor.
Siguiendo este hilo conductor, el Santo Padre invita a toda la Iglesia a mantener el coraje que distinguió a Tobías en medio de un pueblo pagano para amar al prójimo, incluso con el riesgo de poner en peligro su propia vida. Francisco señala que, en el momento actual, emergen nuevas formas de pobreza que hay que afrontar, como son las que se derivan de las guerras, especialmente con relación a los niños, con el sufrimiento de muchas familias en un contexto actual de crisis, o con privaciones que atentan a la dignidad de las personas como son la carencia de alimentos y de medicamentos. Finalmente, el Papa nos invita a tener una atención evangélica hacia los pobres, ya que cada uno de ellos es hijo de Dios y, en ellos, está presente Cristo, que quiere la dignidad para todos los hombres, sus hermanos.
Pero la acción caritativa y social no es un añadido en la vida de los cristianos, sino que es una de las tres dimensiones esenciales de la Iglesia y de la vida cristiana, junto con la celebración de la fe y el anuncio del Evangelio. El papa Benedicto XVI afirmaba en la encíclica Deus Caritas est que «el amor al prójimo arraigado en el amor de Dios es, ante todo, una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones» (núm. 20). Por eso, no podemos olvidar que pertenece a nuestra responsabilidad de bautizados ejercer la caridad con los más pobres, sin que podamos excusarnos pensando que ya hay quien se ocupa de ello, porque, en definitiva, seremos juzgados por nuestro amor a los hermanos como nos recuerda Jesús en el Evangelio: «Venid, benditos de mi Padre… porque tenía hambre, y me disteis de comer; tenía sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; iba desnudo, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis; estaba en la cárcel, y vinisteis a verme» (Mt 25, 31-46).
Quiero también recordar hoy especialmente que estamos celebrando el décimo aniversario de Cáritas Diocesana de Terrassa. Fue en el año 2013 que se creó nuestra Cáritas como estructura propia de la diócesis, y se puso bajo la mirada maternal de María, la Virgen de la Salud, para que ella fuera la protectora de toda esta actividad.
A todos, pues, los que de una manera u otra hacéis posible la acción caritativa de la Iglesia, os quiero dar sinceramente las gracias por vuestra dedicación y esfuerzo, dirigiendo especialmente este agradecimiento a los tres directores de Cáritas Diocesana de Terrassa que han guiado este trabajo a lo largo de estos años no exentos de dificultades: al Sr. Salvador Obiols, que fue su primer Director; al Sr. Francesc Llonch, que nos dejó en el ejercicio de su cargo, y a la Sra. Mónica Martínez en la actualidad. Y, junto a ellos, pienso en todas aquellas personas que hacen cercano el rostro de Cristo a los hermanos y que no esquivan a los pobres cuando se presentan. La Jornada Mundial de los Pobres es un día para tener muy presente la realidad de la pobreza en nuestro mundo, pero esto no puede limitarse a un día al año, es cada día que estamos llamados a vivir el amor a los hermanos y a ofrecer nuestra ayuda, especialmente a los que más la necesitan.
+ Salvador Cristau i Coll
Obispo de Terrassa