
De las iniciativas del Beato Juan Pablo II que Benedicto XVI ha heredado y ha continuado una de las más significativas es sin lugar a dudas la de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Buena prueba de ello es este hecho: al hacer balance del año pasado, en el discurso que pronunció ante los cardenales y los miembros de la Curia romana con motivo de la Navidad, el 22 de diciembre de 2011, el Papa dedicó la mayor parte de su discurso a la última Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado mes de agosto primero en numerosas diócesis del país i después los actos centrales con la presencia del Papa en Madrid.
De las cinco características que comentó elogiando el testimonio dado por los jóvenes asistentes a la JMJ de Madrid, me voy a fijar hoy en la alegría. Benedicto XVI ha hablado en diversas ocasiones del hecho que Europa parece cansada y desilusionada de la fe cristiana. Por eso, al ver en las generaciones jóvenes el gozo de la fe, su espíritu quedó muy confortado. Muchos de aquellos jóvenes provenían de Europa, y sin embargo manifestaban una alegría sincera por ser creyentes, por ser cristianos.
¿De dónde viene esa alegría?, se preguntaba el Papa. ¿De dónde viene? “Seguramente hay muchos factores que intervienen a la vez –respondía Benedicto XVI-. Pero, según mi parecer, lo decisivo es la certeza que proviene de la fe: yo soy amado. Tengo un cometido. Soy aceptado. Soy querido”. Y citó al filósofo Josef Pieper que, en su libro sobre el amor, ha mostrado cómo el hombre puede aceptarse a sí mismo sólo si es aceptado por algún otro. Sólo si es aceptado, el “yo” puede aceptarse a sí mismo. Sólo a partir de un “tú!, el “yo” puede encontrarse a sí mismo. Quien no es amado, difícilmente puede amarse a sí mismo.
Y dado que toda acogida humana es frágil, el Papa añadía el salto a la fe, al decir que “a fin de cuentas, tenemos necesidad de una acogida incondicionada. Sólo si Dios me acoge, y estoy seguro de ello, sabré definitivamente que es bueno que yo exista, que es bueno ser una persona humana. Allí donde falta la percepción del hombre de ser acogido por parte de Dios, de ser amado por él, la duda acerca de la existencia humana se hace cada vez más insuperable”. Cuando llega a ser dominante la duda sobre Dios, surge inevitablemente la duda sobre el hecho mismo ser hombres.
Y añadió el Papa: “Hoy vemos cómo esta duda se difunde. Lo vemos en la falta de alegría, en la tristeza interior que se puede leer en tantos rostros humanos. Sólo la fe me da la certeza: ‘Es bueno que yo exista’. Es bueno existir como persona humana, incluso en tiempos difíciles. La fe alegra desde dentro”.
Aquí tenemos descrita la experiencia que más impactó al Papa y que alegró su alma en la “experiencia maravillosa” – son palabras suyas—de las JMJs. Por esto ha querido también dedicar a la alegría el mensaje publicado con motivo de la JMJ de 2012, celebrada el domingo de Ramos en cada una de las diócesis. Un texto muy bello que el director de “L’Osservatore Romano”, el profesor universitario y periodista Gian Maria Vian, ha dicho que verdaderamente constituye una mini-encíclica sobre la alegría.
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa
+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa